miércoles, 25 de septiembre de 2013

En la fiesta de Porongo

En la fiesta de Porongo
Autor: Germán Coimbra Sanz
Una vez que al Piraí
con otros me fui a bañar,
un camba cantó al pasar
la copla que dice así:
 
"Vámonos pallá pa’ Porongo
que la vida es bien barata:
cuatro quesillos por medio
y una pelada de yapa".
 
No puej lo que oí, bastante ‘jue’
y sin que nadie me ataje,
y antes de que el sol se abaje
en Porongo me encontré.
 
Llegué como hecho el turista
cabalingo a la procesión
que ‘jue’ muy buena ocasión
pa’ poder pasar revista.
 
¿Qué será que las devotas
sean de cualquier lugar,
por una que es regular
hay unas veinte chototas?

Una encontré medio medio...
aunque bastante gordita,
la cara sí, muy bonita,
lo demás ni pa’ remedio.

Le ‘jice’ pa’ su gambeta
y ella ‘jue’ puro sonrojos,
‘Haiga’ visto ‘usté’ esos ojos
que servían de receta

Y pa’ dejárselos descritos,
como expresión no dispongo,
eran sus ojos grandongos
como un par de huevos fritos.

Este piropo janucho
le despaché a la pelada:
"este, me da el fuego ‘e su mirada
para encenderme yo este pucho"
 

Por poco de allá me escurro
al ver que se ‘encororó’
y su boca ‘e pororó
contestaba: "¡No sea burro!"

Pero ej como dice el refrán
que el burro consigue todo
por persistir a su modo,
yo continué con mi afán.
La tenía ya media controlada,
y ya esa noche ya ‘jue’ poqui!
mas después en el foqui-fofoqui
se le acabó la burreada.

Así empezaron, no miento,
a florecer los camotes
y a esperar que de mis trotes
saliera su rendimiento.

La mujer que entrega entero
al hombre su corazón,
es digna de compasión
porque el hombre es muy matrero.
 Y aunque el mal es la cosita
que hace perder la conciencia,
sin mirar las consecuencias,
ahí nomás me dio una cita.

"El viejoso no va a estar" me dijo, 
y que no aparezca hasta 
después que anochezca 
sin ser visto en el lugar. 
 Tras que la noche tiñó
me fui caminando a gatas
a esperar entre unas matas
que había ‘e macororó.

Aguardé pa' su hora entera 
más larga que una cuaresma 
y ‘dejle’ yo ahí en la ‘mesma’ 
espiando pa’ la tranquera. 

Aburrido y ‘aguazapao’ 
al final salió la gorda 
gritándome: "Sursum corda, 
que ya taita se ha marchao" 

Crucé sunchándome el cuero
en un cerco de cuguchi
más contento que un tiluchi
cuando pasa el aguacero.
 


Pero el mal puej nunca dura
cuando se tiene una rana
que le haga sana-sana
encima ‘e la matadura.

Al decirle que la amaba,
ella contestó: "Ja jay!
vos sos de lo que no hay
y a mí me creés una taba"
Yo le dije: "Estoy perdido
por tu boquinga ‘e melao"
y me dice: "Malcriao,
me estás rompiendo el vestido"

"Y decime si no eras vos
la que quería este encuentro".
Y me dice: "Ejej vamos pa' adentro".
Yo le dije : ¡Cómo no!.

Así como se lo cuento,
le saqué hasta las zapatillas
y nos fuimos en puntillas
hasta dar con su aposento.

Cuando en eso bororón!
el viejo se había volvío,
yo salí como escupío
disparando ‘pal’ canchón.

Atropellé en mi carrera
una saba de barreno,
metí la pata a un chipeno
y me enredé en una estera.

Y encima ‘e los encontrones
que a cada paso me daba
a una perringa llevaba
prendidinga de mis garrones
Al verme tan acosao,
a un ‘jorno’ me ‘jui’ a meter...
y de ande puej yo iba a saber
¡que esa tarde habían jorneao!
Un infierno, viera usté,
lo que le cuento no es nada,
hedía a carne quemada
por poco me achicharré.
Y aquí se acabo el bailongo
porque nunca más volví
a cruzar el Piraí
pa' llegar hasta Porongo.


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