miércoles, 5 de junio de 2013

Los poderes de la coma

                             Los poderes de la coma

                                                     Mónica Esguerra y Lucía Borrero


Había una vez, en un pueblo lejano, un gran castillo donde vivía un príncipe soltero. El rey, su padre, preocupado porque el muchacho no encontraba esposa, le dijo: “Hijo mío, tendrás que elegir mujer antes de una semana; si no lo haces, te casarás con tu prima Rosa”.
La idea de pasar el resto de sus días junto a esa joven fea, gruñona, egoísta y perezosa hizo estremecer al príncipe. No le quedaba mucho tiempo, necesitaba idear una estrategia, se sentó a reflexionar, y luego escribió un mensaje, que hizo colgar en todas las esquinas de su pueblo. El mensaje decía así:
Queridos súbditos:

Me casaré con la más bella jovencita del  pueblo la cantante del coro de la iglesia no la costurera tampoco la hija del carnicero.

Dos horas más tarde, tres candidatas se presentaron ante la puerta del castillo: la cantante del coro de la iglesia, la costurera y la hija del carnicero. Los habitantes del pueblo comentaban la noticia, y el rey observaba la escena desde su balcón.
La cantante del coro de la iglesia dijo:
“Yo soy la elegida”. Y le entregó al príncipe su interpretación del mensaje:

Me casaré con la más bella jovencita del pueblo, la cantante del coro de la iglesia, no la costurera, tampoco la hija del carnicero.

“No, yo soy la verdadera elegida”, dijo la costurera, mostrando también su interpretación de la carta del príncipe:

Me casaré con la más bella jovencita del pueblo… la cantante del coro de la iglesia, no. La costurera. Tampoco la hija del carnicero.

Sin embargo, la interpretación de la hija del carnicero también era convincente.

Me casaré con la más bella jovencita del pueblo: la cantante del coro de la iglesia, no; la costurera, tampoco. La hija del carnicero.



Las tres jóvenes tenían razón y merecían casarse. Entonces, el astuto príncipe le dijo al rey: “Padre, no puedo casarme con todas, pero tampoco me casaré con Rosa. Cumplí con tu mandato y no sólo escogí una, sino tres mujeres. Déjame seguir siendo libre”.
El rey aceptó, el príncipe se quedó soltero…y Rosa, solterona.


                                              *******************



No hay comentarios:

Publicar un comentario